viernes, 21 de junio de 2013

NARRATIVA, DRAMA


LA VIDA SENCILLA DE.  .  .
UN  GRAN HOMBRE

CAPITULO PRIMERO

Corría finales de los años veinte, cuando nuestro protagonista llego a este mundo,
en un pequeño pueblo de Castilla la nueva.
Al abrigo de una de tantas familias numerosa, como era ya habitual en aquellos años, pese a ello fue todo lo feliz que se podía ser en aquella época, aun habiendo tenido que pasar de niño, la guerra civil y la posguerra.
Nuestro protagonista, ya de recién nacido, parecía que venía a esta vida para ser una persona controvertida, pese a que nunca llegarse a ser, un personaje público.
Ya a los pocos días de nacer a nuestro protagonista, como a casi todos los niños de entonces, se le fue a inscribir el nombre en el Registro Civil, como era normal en aquella época.
Se le pretendía poner el nombre del santo del día, en este caso “Florencio”; Gracias a Dios, no se sabe todavía quien ni porque, tal vez alguno de los parientes que fueron al registro metió la pata o simplemente el registrador que se equivoco, le inscribieron como Francisco. Como nadie se diera cuenta en aquel momento, no se descubrió el entuerto hasta que este fue llamado a filas, y eso porque en la afiliación militar llego con ese nombre.

Florencio, como le llamaban en el pueblo, salió un muchacho avispado, pese que en aquella época casi ningún niño tuvieran una infancia normal; Solo pudo estudiar dos años, de los seis a los ocho, pues por la guerra se cerró la escuela y este lo hizo por las noches, a escondidas en casa, hasta que fusilaron al maestro.
Pese a lo cual, el concepto que siempre tuvo nuestro protagonista de dicho maestro fue muy alto, él siempre dijo que lo poco o mucho que aprendiera en aquel entonces, se lo debía a él, incluso la manera de entender la vida ya las personas, pese al poco tiempo que pasaran juntos, además, sobre todo porque él maestro aunque nunca hablase de política, fuese fusilado supuesta mente por sus ideas sobre esta, las cuales nadie pudo llegar a saber, pues ninguno jamás pudo decir que hiciera algún comentario ni tan siquiera sobre la guerra civil, así que ni al ser mayor llegue a entender por qué lo fusilaron.
Aun hoy en día, recuerda la primera vez que viera un fusilamiento. . .Precisamente el de él (Su maestro), junto a otras tres personas tan inocentes como el mismo.
Era un día como otro cualquiera, su madre como todos los días, le había preparado la comida para llevar con un buen trozo de pan, casi media otana de esta, pues el pan no falto nunca en su casa, ni en la de ninguno de sus vecinos, En aquella época casi todos se hacían su pan, eso sí, de maíz, pues el trigo era prohibitivo.
El problema como siempre, era el acompañamiento a este (Trozo de pan), que por regla general y con mucha suerte, podía ser un trozo pequeño, pero muy, muy pequeño, (Como, medio dedo de ancho, por poco más de un palmo, de la mano de un niño, de largo,) de tocino, blanco, eso era con suerte, porque lo más normal era solo alguno de aquellos “Potajes Viudos”.(Sin Sacramentos)
Aquel día como cualquier otro, junto a su amigo Mauricio,(Mauri para los amigos)se dirigían a sacar las ovejas suyas junto a las de algunas personas del pueblo, para que pastaran; la sacaban estos, por ser los más pequeños de su casa, también sacaban las de los vecinos que no pudiera sacar las suyas; En casi todas las casas, padres y hermanos mayores se tenían que ir a otras provincias a trabajar, por eso en algunas de estas no quedaba gente para sacar sus ganados, quedando a nuestro cuidado, así que las sacábamos nosotros junto a las nuestras, además, al empezar la guerra civil la mayoría de los hombres que estaban fuera no pudieron regresar a sus casas hasta después que acabara la contienda e incluso alguno ni entonces, viéndose forzados a marcharse al extranjero..
Íbamos contentos, gastándonos bromas y corriendo uno detrás de otro, como si la guerra no fuera con nosotros, al fin y al cavo, no parecía haber cambiado nada, exceptuando, eso sí, el cierre de la escuela, y eso en un principio, no nos pareció nada mal.
Soltamos el ganado, siempre los dejábamos encerrado en sendos corrales que se encontraban fuera del pueblo, cerca de donde las llevábamos a pastar a los animales.
Aquel día las llevamos a un valle casi salvaje, donde no se veía por ninguna parte finca alguna, el único peligro que pudiera haber, era el paso de una carretera, que como todo el mundo sabe en aquellos años, en vez de carretera eran caminos para cabras y los vehículos cuando pasaban por allí, eran todo un acontecimiento.
Al llegar al lugar elegido, un pequeño altillo, para controlar el ganado, se tacharon sobre la mullida hierba empezando acto seguido a jugar a peleas sobre esta, de tal manera que a los cinco minutos de estar allí, parecía que había estado revolcándose una Piara de cerdos.
No se con seguridad el tiempo que paso, pero creo que recordar que no el suficiente para ser la hora de la comida, lo que si se, es que vimos venir a lo lejos “Una Rubia”, que era como se llamaba entonces a las furgonetas Mercedes-Benz, muy vieja y destartalada, aun así su velocidad para aquel entonces era desproporcionada y mas para aquel tipo de carretera.
La curiosidad nos invito a dirigirnos a su encuentro, íbamos corriendo como si aquello fuese lo nunca visto, para nosotros era toda una novedad. Llegando a la carretera le esperamos a que se acercasen.
Al llegar a nuestra altura esta freno bruscamente, levantando una gran polvareda e impidiendo que viéramos como de esta se tiraban dos individuos uniformados, con los fusiles en la mano, el tercero se quedo al volante; Estos enseguida nos cachearon y comprobaron los alrededores para ver si estábamos solos, mientras, el conductor que parecía ser el que mandaba, se limito a preguntar cómo llegar al cementerio.
Al pobre de nuestro protagonista, con el nerviosismo o la emoción se le trabo la lengua, acto seguido estos abusando de su posición de superioridad le insultaron, trataron de retrasado e idiota, acabando tirándolo de un fuerte golpe de fusil al suelo, mientras le daban un combinado de patadas y culatazos por todo el cuerpo; Seguramente que le hubieran seguido dado más, si no es por su compañero Mauri, un poco mas mayor que él, que reacciono rápidamente, poniéndose entremedias de su amigo y estos provocando que dejasen de golpearlo. Mientras. . . Les gritaba que se tranquilizaran que él mismo les guiaría.
Cuando este hubo conseguido que se relajaran un poco, les empezó a indicar donde se encontraba el cementerio y se volvió a ofrecer de nuevo a acompañarles hasta allí, mientras a su amigo Florencio le hacía señas para que se marchara.
A Florencio le había tocado la peor parte, recibir los golpes y tener que quedarse cuidando los animales, mientras. . .Su amigo se montaba con estos en la furgoneta y les dirigía hasta el lugar. Florencio era joven e inexperto en la vida pero no por eso era tonto, además como se suele decir “La curiosidad , mato al gato”, así que ni corto ni perezoso se puso a correr a trabes de los prados, para acortar camino dirección al cementerio, quería ver, que es lo que pasaría con su amigo, Mauri.
Corrió y corrió hasta quedarse sin apenas aliento, pero aquellos eran sus campos y si alguien los podía conocer bien era. . . Aquel pequeño aprendiz de pastor. Cuando estaba relativamente cerca del cementerio, enseguida, a lo lejos diviso la furgoneta, acto seguido girando la cabeza, vio saliendo del cementerio a la “Jesusa”, la loca del pueblo; Cuando “La Rubia” alcanzara su altura, a esta, nunca se supo el porqué, le dio por alzar el puño y gritar. . .”Viva la República. . .”, también dijo más cosas , pero de tan lejos solo le parecieron susurro, como si fuese posible que supiera lo que significaban sus palabras, pobre e inocente Jesusa; Seguidamente se escucho el frenazo del vehículo, vio el saltar de los dos Falangistas, rodeados como siempre por su nube de polvo, dirección hacia esta y a empujones, como si sería un despojo, la llevaron hasta la furgoneta, la introdujeron en ella para acabar dirigiéndose, medio kilometro más abajo, junto a una de las tapias del cementerio.
Me temo que ya os imagináis que sucedió allí,; Al llegar saltaron del vehículo, los dos falangistas con su particular nube, para inspeccionar primero el terreno después pararon el camión, bajando el conductor y mi amigo Mauri.
El conductor por lo visto era un sargentillo de esos chusqueros, mas resabiado que resabiado, pues ya no valía para militar en activo y se había tenido que unir a estos, para poder intervenir en la contienda, acto seguido abrieron las puertas traseras, de la cual salieron otros dos falangistas, estos sacaron a empujones a otras tres personas más del pueblo, aparte de la Jesusa. El Acalde, una persona que estaba en posesión de ese cargo porque nadie había querido serlo y lo único que hizo en su vida fue trabajar su tierra y más de una vez ,ayudar a los demás con las suyas. El Boticario, una persona, si cabe, mejor que el alcalde, que lo único que había hecho en esta vida era ayudar a los demás, haciendo en la mayoría de los casos, de médico o veterinario, y por supuesto . . . El Maestro, nuestro querido e idolatrado maestro, el cual, lo único que había hecho en esta vida, era enseñar las cuatro reglas, porque mucho mas él no sabía, eso sí, pasaba mucho hambre, pues como se decía entonces “Pasas más hambre que un maestro de escuela.”
En mi casa , siempre se guardo algo para de vez en cuando darle; Pobre maestro, como si no hubiera sido penoso el haber tenido que pasar por el cierre de la escuela y el hambre ,que ahora le fusilaban, solamente por tener un poco de cultura, y de la Jesusa. . .Para que hablar, basta con que sepan que era tan inofensiva como ignorante, lo único que le había pasado en la vida, fue que al nacer debió de pasar no se qué enfermedad, que la dejo tocada del ala para siempre.
Bueno, el caso es que aunque a empujones les lograron llevar junto a la pared derecha del cementerio, de nada les sirvió a estos sus protestas de inocencia, ni tan siquiera cuando intentaron exculpar a la Jesusa, por estar desequilibrada.
Enseguida les pusieron en línea, mientras su sargento les ordenaba, cargar, apuntar y acto seguido disparar, después este se dirigió a darles el tiro de gracia.
Aquella fue la primera vez, de otras muchas, que se sintió como una mierda, impotente hacia unos hechos, perdido en las circunstancias; Nunca entendería nada de aquello, solo supo desde el primer momento aquello nunca debió suceder.


Continuara. . .


CAPITULO SEGUNDO


Con el tiempo aquello quedo casi en una anécdota, en el pueblo se acabo haciendo como un acuerdo, no escrito, por el cual todos éramos iguales y estábamos hermanados para que no volviera a suceder aquello.
Mi amigo y compañero de fatigas Mauri, era el propio diablo, pues no había diablura que no se le ocurriera y ambos no hiciéramos, eso si las culpas siempre eran para mí.
Ahora, me quiere venir a la memoria, aquella ocasión en la que nos encontrábamos como siempre, llevando a pastar las ovejas, íbamos jugando y haciendo renegar a estas, creo que para entonces nos tenían más miedo que a los perros que llevábamos, blanquito y negrita, como os podréis imaginar, a que venían aquellos nombres.
Para aquel entonces ya teníamos catalogadas, bautizadas y controladas a todas las ovejas, hasta tal punto las conocíamos que puedo decir sin miedo a equivocarme, que sabríamos decir que va hacer tal o cual oveja, antes que lo que nos diría, en algún momento, cualquiera de nuestros mayores o hermanos.
Teníamos a la Pecosa, era una oveja pinta, de clase merina, que al contrario de las demás, siempre nos paria tres o más corderillos, pero tenía tan mala leche que la mitad de las veces, en su afán de defender los, se cargaba alguno.
También, estaba la buenaza de la Mansa, que como su nombre indica, hicieras lo que hiciera ella te lo aguantaba todo, incluso cuando paria y era a sus corderillos a quien se lo hacías.
Y así, una tras otra, incluso a las de nuestros vecinos, pero al contrario que a mi hermano pequeño, Adelfin, el que saliera después que yo a guardar el ganado, nunca logre que hicieran por mí el trabajo los perros, cosa que este si hizo de hecho mientras el las saco a los perros que tubo solo les falto el saber hablar, a veces, ni se molestaba en salir o controlarlos, pues sabía, que sus perros lo harían por él e incluso mejor.
Un día, como a media mañana, mi amigo Mauri me comento que en el gallinero de la viuda del Pancracio, había visto una bandada de pollos, de kilo aproximadamente, con muy buena pinta y con la necesidad que se pasaba en aquel entonces, digo esto porque como decía mi madre, La María, en el pueblo nunca se paso hambre y por extensión en mi casa tampoco, pero si mucha necesidad; ¿Eso qué quería decir. . .? Pues o simplemente que lo esencial nunca faltaba, Verduras en su época, patatas, legumbres, todo el año, por supuesto, el pan, y cosas de primera necesidad siempre hubo, perro todos ellos casi siempre viudos, ósea sin sacramentos, tropiezos, o como en ocasiones se hacía al estar recién hecha la matanza; Se ponían a cocer las alubias y se le ponía atadas a un palo un chorizo o una morcilla o. . . Lo que más duraba, el hueso de alguno de los jamones que vendías o cambiabas por aceite u otro tipo de cosas de primera necesidad, al igual que los huevos que también fuero moneda de cambio en aquella época, o cosas más difíciles de conseguir, como por ejemplo cuando venia por el pueblo el pescadero, casi siempre con bacalada seca conservada en sal, sardinas arenques (guardias civiles que se les llamaba por aquel entonces) o incluso el de la pasta, que poniendo tú la harina y alguna perragorda ( moneda de 10 céntimos, en la época de la peseta) te hacia allí mismo, unos pocos macarrones, para toda la familia.
Como siempre mi amigo Mauri me intento liar, yo para no variar, hice lo lógico, dejarme convencer, al fin de cuenta lo deseaba tanto o más que él, pues no todos los días te podías dar un festín así.
Juntos nos acercamos al gallinero, este se puso a imitar a una gallina o algo parecido, provocando que se acercarán alguno de los pollos a un lado de la valla, donde este días antes había hecho un pequeño agujeró, el cual estaba camuflado para que no lo viesen las gentes al pasar, ni se pudieran escapar los animales por aquel lugar.
Justo lo cogió con la mano derecha mientras con la izquierda le retorcía el pescuezo, no dándole la posibilidad de montar ningún escándalo, ni apenas de su pico salió un pequeño, qui, quiriqui.
Salimos corriendo, y no paramos, ni miramos atrás, hasta llegar casi donde habíamos dejado el ganado. Aquel día nos chupamos los dedos y casi ni cenamos a la noche, de hecho mi madre me dio aceite de ricino porque creía que estaba enfermo por haberme sentado algo mal.
Hasta ahí la cosa no fue mal, ni tan siquiera. . . Creo que nunca nadie se hubiera enterado, claro está, si hubiéramos cogido en el tiempo uno o dos más, pero el problema fue que nos picamos con aquel manjar divino, y en aquel mes fueron unos cuantos los que le cogimos y comimos.
Nosotros lo que no sabíamos, es que a la viuda, la cortejaba el guarda de la finca del Sr. Cervancio, al cual esta comento lo que le estaba pasando, este se ofreció a ayudarla, descubriendo el misterio, pues era fácil de suponer, que mas que raterillos o gitanos serian, probablemente, algunos mozos del pueblo o alguna chiquillada de alguno de los críos que andaban de pastoreo, como fue nuestro caso.
Así que nos espero y observo como hacíamos para atrapar a los animales, por donde y cuando los cogíamos, ( en el alba, a primera hora del día) así que un día cuando estábamos empezando a comer el pollo asado sobre unas ascuas, se presento allí con la viuda, no te quiero decir la que allí se monto. . .
Cuando mi amigo Mauri, iba a partir el pollo, aparecieron estos gritando, Yo pegue un salto poniéndome de pies sin saber que hacer, rodando por el suelo la olgaza de pan que sujetaba con la mano y la navaja, mientras que mi amigo, cogió el pollo recién retirado del fuego y se lo metió en la pechera de la , echándose a correr, todavía no sé si fue porque se iba quemando el pecho o para que no le cogieran, el caso es que fue visto y no visto, yo me quede allí solo, como siempre, afrontando todas las consecuencias, así que la manada de palos que recibí yo, fue la única consecuencia pues a mi amigo, como siempre, ni una pequeña bronca, eso sí, por supuesto nos tuvieron un tiempo separados y a régimen de extras, aunque eso casi se volviera a partir de entonces normal, por la época en la que ya nos habíamos metido, la posguerra.
Lo peor de la guerra siempre ha sido la posguerra, es cuando nuestros seres queridos vemos que nunca volverán, por quedar en el campo de batalla o por tenerse que ir al extranjero, aunque solo fuese por haberle pillado la guerra en el lado equivocado, por razones de trabajo, o los que volvían tullidos o con enfermedades incluso hasta “Sonados”, por no decir que regresaban a una tierra, que en lo mejor de los casos ,habían estado abandonadas y a ver pasar más hambre a su familia, que la que habían pasado ellos mismos en el frente.
El padre y dos de los tres hermanos de Florencio habían venido un año antes, cruzando el frente por los montes, desde pegando a Teruel a Zaragoza y de ahí a Guadalajara para después poder bajar hasta el pueblo, cuando llegaron estos , venia también con ellos su capataz, que era de un pueblo no muy lejano del suyo, comió en su casa y descanso un par de días, de la paliza que se habían dado y el miedo que habían pasado para regresar a casa, pero ahora ya se sentía seguro, despidiéndose de toda la familia partió hacia su pueblo.
Florencio el mismo día que se fuera el capataz, como curioso que era, pidió a su padre y hermanos que le contase lo que habían visto u oído y por supuesto, les pidió una explicación del porque su hermano mayor no había regresado con ellos pues él no lo entendía.
Una noche, canso de oírlo su padre y hermanos, decidieron contarles a todos lo que habían vivido, esperando que ellos nunca tuviesen que vivir lo.
Padre.- Querido Florencio, voy a intentar explicarte lo que todavía nosotros mismos, aun habiéndolo vivido, no entendemos; Comenzamos como todos los años bajando a Zaragoza para trabajar, cuando llegamos la cosa estaba caldeada, la gente se reunía en grupos y había muchos palos, así que decidimos buscar algún trabajo fuera de aquel caos, ahí es donde intervino nuestro amigo y capataz, Manolo, que nos llevo a trabajar hasta Alcañiz cerca de Teruel.
Si malo era enero, febrero no sería mejor, así que en poco tiempo saltamos de la sartén al cazo, o lo que es lo mismo, empezó una guerra sin cuartel que enfrento a hermanos contra padres, en la mayoría de las ocasiones, simplemente por pillar les en diferente provincia, sin ni tan siquiera tener ideas políticas, o en otros casos como el de tu hermano, solo por el mero hecho de haberse afiliado a un sindicato, la UGT, para que defendiera sus derechos. Tu hermano mayor se ha tenido que ir a Francia no sé si podremos volver a verlo.
Nosotros no hemos participado en nada, ellos por jóvenes y yo por viejo, solo trabajo y más trabajo, cuando ya no se pudo aguantar más porque venían a por nosotros, nos echamos al monte, después de pasar mil peripecias, pasando hambre, frió y un montón de tiempo por esos lares, hemos logrado llegar aquí. Hemos tenido suerte, no todos lo han logrado y lo peor es que algunos de los que lograron llegar, al hacerlo les estaban esperando y los han matado, esto ha sido una verdadera carnicería.
Hemos pasado por casas aisladas, donde se nos ayudado, nos han mantenido informados de lo que iba pasando, para que evitásemos los pueblos, pues en la mayoría, habían llegado al punto de denunciar a los vecinos por no querer intervenir en la refriega o por tener diferentes ideas que la mayoría del pueblo, se han tenido que esconder en camarotes y escondites especiales hechos con ese fin y aun así hasta sus mejores amigos les denunciaban y los fusilaban.
Lo peor de todo, si se puede dar preponderancia, es que en la mayoría de los casos, la realidad era que los fusilamientos, asesinatos y demás intrigas contra los vecinos en realidad ocultaban motivos puramente económicos o de interés, como las envidias por poseer la finca que él desea o por el deseo carnal de poseer a su mujer.
Ya soy mayor, por eso deseo que esto acabe pronto, pero aun así, he de decirlo, que preferiría morir antes que tener que volver a vivir algo parecido.
Nunca había visto llorar a su padre, así que nuestro amigo Florencio jamás olvidaría aquella conversación, de su padre y hermanos con el resto de la familia, de hecho creo que fue la pauta que junto aquel otro hecho del fusilamiento de su maestro, marco para siempre a nuestro amigo Florencio permitiendo así crear su manera de ser y por consiguiente su forma de vivir.
A partir de entonces el tiempo transcurrió con menos sobresaltos, durante el invierno todas las noche se sentaban todos entorno al fuego y su padre les iba narrando hechos vividos o anécdotas de aquella época que paso en la guerra. Afortunadamente un día la guerra acabo.



Continuara. . .


CAPITULO TERCERO

Los años pasaban lentamente mientras nuestro amigo Florencio, se convertía en un “buen Mozo”, el problema era que probablemente a lo vivido, vivía el momento, trabajaba lo menos posible y no había una fiesta de los pueblos de los alrededores que no le conocieran, hasta se hecho una guitara y se junto con un grupo para tocar por las verbenas, lo curioso era que él aprendió a tocar de oído y la verdad es que no lo hacía nada mal, para aquellos tiempos y aquel tipo de música.
Su entretenimiento favorito eran las borracheras y la caza de mozas, que por aquel entonces, eran muy recatadas y pudorosa, como él decía, “Darles un beso era un calvario y si lograbas tocarle una mano o. . . O, para de contar, porque eran poquísimas la que avanzaban algo más, aunque este ya tenía fichadas unas cuantas por toda la provincia.
En una de esas juergas, el amigo Florencio llego de madrugada y tambaleándose como siempre, pero esta vez cuando pasaba por la casa de su vecina, Enriqueta, se puso a devolver poniendo el patio de esta hecho un Cristo, pero él ni se dio cuenta, así que continuo su camino, esta vez mas aligerado y se echo a dormir la mona.
A eso de las nueve de la mañana, tarde porque era domingo, le despertaron unos gritos en el portal, este bajo en calzoncillos, pues no sabía bien lo que hacía, tropezándose con todo el tomate. . .
La vecina se encontraba en el portal con sendos patos en ambas manos ,mientras de su boca salían improperios hacia mi persona y la de mi madre, a la vez como el portal aparte de la entrada a la casa era la cuadra, los mulos se habían asustado y estaban dando brincos, como posesos, mi hermano mayor venia con un cinto para pegarme, pues mi padre ya había muerto para entonces, así que ni corto ni perezoso, medio desnudo y descalzo salí corriendo, y si no es por mi hermana que salió después a buscarme, seguro que sigo corriendo.
Como aquella fueron mil las anécdotas de aquella época, pero después de aquello no tardo mucho en llegarme la citación para ir a filas y apunto estuve por irme con mi hermano a Francia, pero mi madre me lo quito de la cabeza y me busco un buen enchufe, para pasar buena mili.
El día de quintos, en el pueblo era un gran día y mejor noche, pero aquel año, si cabe, fue mejor, pues la jota con guitara en mano duro toda la noche y casi media mañana del día siguiente, solo sé que dicen que nos habíamos bebido más de tres pellejos, de dieciséis litros cada uno, ósea que íbamos bien servidos.
Al final solucionado el problema del nombre mío, pues venia a nombre de Francisco en vez de Florencio, y por lo visto era verdad así que tuve que cambiar los documentos y hacerme a la idea del nuevo nombre.
Nombre nuevo vida nueva, eso era lo que este decía, pero estaba lejos de la verdad; La primera en la frente, perdió el tren producto de los efectos de la borrachera y cuando llego al campamento ya figuraba como preso fugado, mientras se aclaraba o no la cosa, se paso medio campamento arrestado y para jurar bandera lo tuvo que hacer con los enfermos pues no sabía casi ni desfilar, por haberse pasado casi todo el tiempo en el calabozo o arrestado al barracón.
Por si todo esto hubiera sido poco, alguien que llego a tiempo, tenía el mismo nombre y apellidos que francisco, incluso todos los números menos el último del carnet de identidad, se sintió como que le hubieran usurpado el puesto, perdió hasta el enchufe. Días después le comunicaron que perdía los días de fiesta de después de la jura de bandera, por llegar tarde, encima le destinaron a Zaragoza y por si fuera poco a zapadores, o lo que es lo mismo, de ser un pobre pastor que. . . . . “No sabía hacer la O con un canuto, ” Tuvo que aprender a escalar, esquiar y no sé cuantas cosas más, y para colmo se tiro tres años haciendo el servicio militar, con lo cual saldría de allí con casi los veinticinco años.
En la mili tuvo muchas experiencias nuevas pero ninguna buena y los amigos que allí se hecho al licenciarse nunca se volvieron a ver, así que como este decía, “Corramos un tupido velo,” además historias de la mili hay ya muchas, casi todos los de antes tenemos la nuestra.
Lo que sí hizo bien en la mili fue el buscarse un familiar, de entre la larga lista que llevaba, así consiguió que le lavará la ropa y no tenerlo que hacer él, con aquellas pastillas de jabón del “Lagarto”, como otros tuvieron que hacer, además al tener familia, le dejaba salir la mayoría de los fines de semana cuando no tenía que estar de guardia o maniobras, ah, y lo más importante, con veintiún años largos, fue por primera vez al cine , quedandose tan prendado de este arte que siempre que podía iba, quitándose el dinero asta de comer, pero nunca de fumar, eso, eso era otra historia.
Para cuando le dieron la “Blanca”, (le licenciaron), ya tenía claro que no se quedaría en el pueblo, solo pasaría para despedirse de los suyos e informarse que familiares tenia por el norte y más concretamente en Bilbao, pues le habían dicho que allí, la metalurgia estaba en auge, habiendo trabajo para todo el mundo y encima bien pagados.
Cuando llego al pueblo todo fueron alegrías, abrazos y besos, pero cuando unos días después les comunicado su decisión de irse, todos intentaron quitárselo de la cabeza, llegando a poner a su madre por medio, pues le decían que si se iba se iba a quedar sola porque él era su ojo derecho.
Este lo tenía claro y se preparo la maleta de madera que el mismo se hiciera, como la mayoría de las de entonces, metió lo justo, varias camisetas, calzoncillos, algunos de ellos largos, para las crudas mañanas de invierno y sendas camisas, mas otro pantalón, ah y un par de los clásicos pañuelos de tela de entonces, tampoco había mucho mas; Saco un billete de tren y se dispuso a marcharse, eso si , iba vestido como un señorito, con el único traje que tenia de antes de ir a la mili heredado de sus hermanos mayores y con dos grandes coderas que ocultaban, sigilosamente, sendos agujeros productos de los continuos roces a los que fueron sometidas por sus anteriores dueños, con el hambre que también había pasado en la mili, casi que le estaba grande el dichoso traje.
Cuando se hallaba en la estación, vio venir a su madre de lejos, pronto salió corriendo hacia ella y se fundió con esta en un largo abrazo, pues era cierto lo del ojo derecho, pero eso funcionaba en ambas direcciones, el opinaba lo mismo de ella, esta le dio la famosa lista de familiares de Bilbao y otras provincias de los alrededores, por si acaso, y envuelto en un pañuelo un billete de quinientas pesetas, que era como ahora uno de quinientos euros.
Este no pudo reprimir que le brotaran unas lagrimas de los ojos y quiso decirle algo, tal vez incluso en echarse atrás, pero el silbato del tren le trajo a la realidad y dándola otro fuerte beso, esta vez en la frente, salió corriendo hacia el y dando un salto se subió a él, mientras este arrancaba este saludaba, estaba toda su familia y amigos, los dejaba atrás y de nuevo sendas lagrimas volvieron a brotar de sus ojos.
El tren era uno de mercancías y en la parte que este iba se iban montando en las diferentes estaciones por donde paraba gente de todas partes de España e incluso algún portugués, la mayoría tenían una pinta que daban miedo, pero todos llevaban el mismo camino, el país vasco sus metalurgias, astilleros, presas etc.
Al llegar a Miranda tuvieron que hacer trasbordo para continuar a Bilbao, pero no salía hasta el mediodía del día siguiente y era de madrugada, así que tuvieron que esperar en la estación tumbados en el suelo o les bancos como ganado, Francisco con el miedo que tenia a las pintas de aquellas personas se guardo el billete en la planta del pie, por dentro del calcetín y aunque podía ir a dormir a una pensión, prefirió dormir con estos en la estación.
Ya de madrugada las cosas se veían muy distintas, se acordó de la famosa lista y la echo un vistazo, haber si tenía a alguien en Miranda, pero no tenía a nadie en cambio a treinta y dos kilómetros había una ciudad llamada Vitoria, En esta, estaba su tío Tanis, un carnicero, que tenía hasta su propio rebaño de ovejas, era entrador en el matadero de la ciudad incluso tenía un taxi; años después llegaría a montar una panificadora, era un personaje en aquella comunidad lo que hoy se llamaría un visionario adelantado a su tiempo.
Miro haber si había un tren y efectivamente salía en diez minutos, mientras que el otro no saldría hasta casi en mediodía, así que se dijo que se acercaría a ver a su tío, le saludaría, le daría recuerdos de su familia y se quedaría con él sendos días, después si le gustaba esto se quedaba, sino cogería el tren para bajar a Bilbao, además solo había sesenta y cinco kilómetros.
Al llegar a Vitoria observo que para ser una ciudad era poco más grande que su pueblo, la gente no madrugaba mucho pues las calles estaban casi vacías, miro en el listado y vio que vivía en la calle Santo Domingo, pero no tenía el numero, así que dio vueltas hasta encontrarse a uno que salía de un portal de dicha calle y al preguntar por el carnicero, enseguida nos dio razón de ser, pues como antes os dije era como un pueblo en el cual todos se conocían.
A gritos y desde la calle llamo a su tío, hasta que esté todo despeinado, los cuatro pelos que tenia, y medio dormido se asomaba a la ventana, al decirle quien era le hizo subir rápidamente,. Lo primero que hizo fue darle de desayunar un buen tazón de café con leche, galletas y un zumo, mientras le “Achuchaba” para que le contase cosas del pueblo, sobre todo de sus familiares y amigos.

Continuara. . .

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