viernes, 26 de julio de 2013

CON EL CULO AL AIRE


Ayer, miércoles, tuve un día un poco raro, a primera hora he ido donde siempre a tomarme mi café, en el camino, mas concreta mente, al salir del camino del pueblo a la general, había un muchacho de alrededor de los treinta, cruzado en medio del camino y hablando por el móvil, al verlo de lejos, (unos 500 m.) le he avisado con la bocina, el a seguido a su "Bola", he esperado 5 minutos mas y le he vuelto a tocar el claxon, esta vez se ha cabreado, me ha gritado mil improperios e incluso me ha hecho un signo con el dedo anular, muy feo.
Tal vez por inercia, o recordando otros tiempos, le he hecho el signo de los cuernos, eso le ha descontrolado, a tirado el teléfono se ha bajado del coche y se ha acercado al mio insultando y amenazándome, esperando a que reaccionase, para tener un pretexto para "Sacudirnos".
Entonces es cuando he podido observar bien al personaje, iba con una de las patas del pantalón subida y la otra bajada, muy sucio, creo que aunque era ropa de vestir la usaba de buzo, era alto y delgado con una ligera pinta a esos personajes de las películas cuando son liberados de un campo nací, mala pinta pensé, si me lo tropiezo en una noche oscura, salgo corriendo.


Le he dejado desahogarse, cuando parecía que se había calmado, le he dicho con mucha calma:
"Espero que se halla quedado a gusto, ahora.  .  . Le importa retirar el vehículo, por favor, tengo un poco de prisa,  muchas gracias".
En un principio este no ha sabido que decir, luego se dio la vuelta para dirigirse al coche, una vez allí se lo ha pensado, y ha acabado por subirse a este, haciendo una maniobra un poco rara, supongo que producto de su frustración, para retirarlo de el medio y volver a meterlo en el camino pero esta vez de culo y hacia un lado, el lado que yo estaba, si no aparto el coche me lo abolla, le he tocado la bocina y le he levantado el brazo en signo de despedida o agradecimiento, por quitar el vehículo.
He continuado mi camino, aun cuando no había hecho, dos kilómetros, entrando en el pueblo al que me dirigía, me adelanto a toda velocidad, no entiendo a la gente y menos sus comportamiento, que pena, que de pequeños, o no les supieron educar, o la han olvidado muy pronto.

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